miércoles, 18 de febrero de 2009

EL SEXISMO EN EL LENGUAJE


La lengua también es nuestra



"Estabamos en una conferencia en la Facultad de Filosofia de la universidad de Oviedo, cuando un hombre exclamó: "¿Esto es una conferencia o qué cojones es?" y otro exclamó: "¡Cuidado con las palabras, que hay señoritas presentes!" Dicho esto, hubo un regocijo general y tras un largo rato de intervenciones diversas, mi amiga Begoña habló y dijo: "Yo solo quiero decir una cosa, ¡cojones!". A mi me encantó y sentí que Begoña acababa de devolvernos a todas la voz, la existencia. Éramos de nuevo personas -como ellos- y no "señoritas" y teníamos derechos a las palabras. A todas las palabras. En la lucha por existir, si queríamos ser reconocidas y nombradas en "su" mundo, teniamos que utilizar "su" lenguaje. Begoña lo acababa de afirmar en voz alta:
La lengua también es nuestra"

Para analizar este inmenso mundo de la discriminacion de la mujer en el lenguaje vamos a centrarnos en dos niveles: el sexismo que simplemente nos desprecia y el que sencillamente no nos toma en cuenta, es decir, aquel que nos silencia.
  • Lenguaje despreciativo: Refleja las connotaciones negativas que pueden llegar a tener algunas palabras con respecto a las cualidades despectivas que se le atribuyen a la mujer, se dividen en dos:
- Duales aparentes: Existen en masculino y en femenino, pero no tienen el mismo significado, siendo el femenino despectivo y el masculino denominativo. Esto puede observarse con mas claridad con ejemplos: Zorro/a, gobernante/a, verdulero/a, perro/a...

- Vacio Léxico: Se abarcan en este grupo las palabras de las que existe un solo género y que generalmente es despreciativo. Es el caso del genero femenino, dos ejemplos son vívora y arpía y en el caso del género masculino caballerosidad y mujeriego.

  • Lenguaje silenciativo: Las mujeres estamos escondidas tras falsos generícos. Los masculinos tras el cual se supone que se esconden ambos sexos no es más que una manera más de discrimanación hacia el sexo femenino. Ese "los niños" o "los hombres" no tiene por que incluirnos al igual que las frases "Todo el pueblo bajo a recibirles, quedándose en la aldea sólo las mujeres y los niños" entonces quienes bajaron ¿sólo los hombres?. Quizá este tipo de discriminación es la más aceptada por lo que a veces no se considera como tal. Otra razón es que a veces el femenino no existe en la Real Academia, como por ejemplo miembros/miembras.

NOMBRAR EL FEMENINO ES NOMBRAR LA DIFERENCIA

Decir niños y niñas o madres y padres no es una repetición, no es duplicar el lenguaje. Duplicar es hacer una copia igual a otra y éste no es el caso. La diferencia sexual está ya dada, no es la lengua quien la crea. Lo que debe hacer el lenguaje es nombrarla, simplemente nombrarla puesto que existe. No nombrar esta diferencia es no respetar el derecho a la existencia y a la representación de esa existencia en el lenguaje.

LA REEDCUACIÓN COMO SOLUCIÓN

Para intentar dar solución al problema, desde mediados de los 80 avanzan las estrategias para combatir tanto el silenciamiento como el desprecio, y se van perfeccionando las soluciones y redactando instrucciones nuevas. Hacia 1994 aparece en España el libro Nombra, elaborado por la Comisión Asesora sobre el Lenguaje del Instituto de la Mujer, verdaderamente clarificador y útil.

Las posibilidades que nos plantea son realmente variadas, creativas y diversas: la utilización de genéricos reales (víctimas, personas, gente, vecindario y no vecinos, pueblo valenciano y no valencianos. También, el recurso a los abstractos (la redacción y no los redactores, la legislación y no los legisladores). También cambios en las formas personales de los verbos o los pronombres (en lugar de En la Prehistoria el hombre vivía... podemos decir los seres humanos, las personas, la gente, las mujeres y los hombres y también En la Prehistoria se vivía... o En la Prehistoria vivíamos...).

Otras veces podemos sustituir el supuesto genérico hombre u hombres por los pronombres nos, nuestro, nuestra, nuestros o nuestras (es bueno para el bienestar del hombre... sustituido por "Es bueno para nuestro bienestar...") Otras veces podemos cambiar el verbo de la tercera a la segunda persona del singular o a la primera del plural sin mencionar el sujeto, o poner el verbo en tercera persona singular precedida por el pronombre se ("Se recomienda a los usuarios que utilicen correctamente la tarjeta..." sustituido por "Recomendamos que utilice su tarjeta correctamente..." o "Se recomienda un uso correcto de la tarjeta"). Están también los cambios del pronombre impersonal ("Cuando uno se levanta" quedaría "Cuando alguien se levanta" o "Al levantarnos" y también cambiaríamos "El que tenga pasaporte" o "Aquellos que quieran... por "Quien tenga pasaporte..." o "Quienes quieran...").

También tenemos recomendaciones para corregir el uso androcéntrico del lenguaje y evitar que se nos nombre a las mujeres como dependientes, complementos, subalternas o propiedades de los hombres (Los nómadas se trasladaban con sus enseres, ganado y mujeres, Se organizaban actividades culturales para las esposas de los congresistas, a las mujeres les concedieron el voto después de la Primera Guerra Mundial), ofreciéndonos múltiples y variadas soluciones.

Creemos que el mejor ejemplo posible es el intento, por parte de aquellos que están en los medios y que son líderes de opinión, de implantar la igualdad en el lenguaje, como es el caso de la Ministra de Igualdad Bibiana Aído.

http://www.youtube.com/watch?v=JkrjWUfPJlE


CAMBIAR LA LENGUA CAMBIARÁ LA REALIDAD

Las mujeres son capaces de trepar la cuesta de lo prohibido, de robarle a la vida ese diez por ciento de energía necesario para mantener la cabeza fuera del agua, y la mantienen, y escriben, y se lo editan, y aquí seguimos todas las demás... Luchando y celebrando los nuevos éxitos, extendiendo la red para que todas las mujeres de la tierra tengan derecho a la voz, a la palabra, sabiendo que vemos el mundo a través del cañamazo formado por la lengua y motivadas por la certeza de que el lenguaje sexista, el que hemos aprendido, contribuye a la perpetuación del patriarcado. Sabiendo también que cuando tengamos una lengua que nos represente cambiará la realidad, por eso seguimos adelante, y no dormimos más a las niñas con cuentos de hadas. Les decimos que las niñas buenas van al cielo y las malas van a todas partes, y que colorín colorado, esta historia no ha acabado.


BIBLIOGRAFÍA:

  • FERNANDEZ DE LA TORRE MADUEÑO, María Dolores; EL SEXISMO EN EL LENGUAJE (TOMO I) Ed.Málaga, 1998
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1 comentario:

  1. Ole, ole! Me ha encantado leerlo.
    Poco a poco se va viendo que las feministas no somos cuatro locas, feas, despechadas por no encontrar un hombre y que el lenguaje sexista es una de las bases del sistema patriarcal (y no una loca y marginal reivindicación de las citadas piradas solteras) ¡A seguir así!

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